Durante los últimos años y por razones diversas cuando fallece una personas cada vez o bien por desee del difunto o por el de los familiares hay más incineraciones.
Hoy en día la incineración todavía es una práctica minoritario pero los expertos del sector indican que cada vez está más extendida y que con los años le irá ganando terreno a la sepultura más tradicional.
Según los últimos datos aproximadamente el 35 de las personas fallecidas en este país son incineradas, es decir, en una de cada tres muertes se opta por la cremación o la incineración, aunque esta cifra varía en función de cada comunidad autónoma.
Según los estudios y encuentras realizadas, la incineración es más común en áreas urbanos que en el medio rural, ya que las personas más tradicionales o las de edades más avanzadas siguen prefiriendos los ritos más convencionales ya que relacionan más este acontecimiento como un encuentro y rito social.
Asimismo hay una mayor presencia de hornos crematorios en las zonas urbanas más pobladas un dato bastante obvio porque en estas zonas se producirán más muertes debido al gran volumen de población.
La incineración es una técnica que además permite a los allegados y familiares de la persona fallecida quedarse y guardar las cenizas si lo desean, aunque son muchos los que las depositan en un lugar especial simbólicamente.
Puesto que esta práctica va aumentando cada vez en más lugares, como cementerios, destinan un espacio para dejar las cenizas. También existen espacios abiertos para poder esparcirlas sin peligro ni riesgos ambientales.
Últimamente se ha extendido también la práctica de que tras la incineración las cenizas se guardan en unas urnas especiales que son ecológicas, están fabricadas con organismos naturales y vegetales y son biodegradables, aunque es una práctica todavía poco conocida por la gran mayoría de ciudadanos.